NOVEDAD: la novela en el siglo XX (hasta 1939), de Juan Ignacio Ferreras

ACVF Editorial publica La novela en el siglo XX (hasta 1939), del profesor Juan Ignacio Ferreras.

(fragmento)


I. Introducción
 
Vamos a intentar muy brevemente, en esta introducción, presentar treinta y seis años de historia agitada, un objeto llamado novela (y que aquí se llamará producción novelesca) y las líneas que vamos a seguir en nuestro estudio, es decir, las tendencias posibles de esta producción de novelas.
 
1. Una sociedad en ebullición
Los treinta y seis primeros años del siglo XX son para España, pero también para el mundo, años de fermentación política, de grandes transformaciones económicas y de grandes desequilibrios sociales. España conoce varias formas políticas: una monarquía heredada del XIX, que con la entronización de Alfonso XIII en 1902 va a conocer gobiernos liberales y gobiernos conservadores; una dictadura, que se instaura en 1923; en 1930, un gobierno de transición, que se llamará dictablanda; y en 1931, la Segunda República, que a su vez, también será de derechas o de izquierdas, según el momento.
Pero no solamente los cambios de gobierno y hasta de régimen político caracterizan estos treinta y seis años, también hay que tener en cuenta la aparición de nuevos partidos políticos, como el Partido Comunista o la Falange. La vida política, la formación de nuevos grupos y de nuevos partidos, de nuevas alianzas y de nuevas rupturas, se dan con tanta frecuencia que podríamos hablar de aceleración dialéctica de la historia.
En el fondo de esta constante ebullición política, está la no menos convulsa vida económica, en la que luchan partidos agrarios y agrupaciones financieras. Las clases sociales, en una palabra, van camino de enfrentamientos radicales, y así surgen huelgas revolucionarias como la de 1917 o enfrentamientos armados como la llamada Semana Trágica de Barcelona, en 1909. El proletariado es socialista y anarquista; las clases medias, monárquicas, republicanas y fascistas; mientras que los grandes terratenientes o las grandes firmas financieras también tienen que optar políticamente y luchar con todas sus armas. Grupos sociales no clasistas se politizan y luchan ideológicamente (la Iglesia) o con la amenaza del uso de las armas (el Ejército).
Que lo que llamamos España, con todos sus problemas económicos y hasta autonómicos, esté desequilibrada explica los cambios de régimen, las convulsiones sociales y hasta los intentos de revolución social (la huelga general revolucionaria de 1917 y también la huelga y revolución de Asturias, en 1934, en pleno periodo republicano). Los tradicionales partidos que se turnan en el poder (liberales y conservadores) no hallan ninguna solución, lo cual explica la proclamación de la dictadura en 1923 (que también se debió a la guerra de Marruecos). En 1931, advino la Segunda República, y después de cinco años de República, como sabemos, España desembocó en una guerra civil. Esto no quiere decir que la guerra civil fuera inevitable, como sostienen los historiadores de derechas, sino que la sociedad estaba tan desequilibrada que una sublevación militar, una más, pudo encender, y de hecho encendió, una guerra que casi nadie deseaba.
 
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