Riña de niños, en castellano y en vasco (Demasiado pequeño para ganar la guerra)

Fragmento de la novela Demasiado pequeño para ganar la guerra, de Juan Ignacio Ferreras
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Hace unos días que mi madre y tío Alberto han vuelto. Mi madre está muy delgada y vestida de negro; no habla con nadie, ni siquiera conmigo, se pasa las horas encerrada en su habitación, y cuando yo la voy a ver, siempre me dice lo mismo:
—Anda, guapo, vete a jugar.
El novelista Juan Ignacio Ferreras
A veces se me pone delante, me mira de una manera muy rara y, de repente, me abraza y se echa a llorar. Yo no pregunto nada porque lo sé todo.
Sé que mi padre no volverá nunca.
Don Anselmo también está muy triste, sólo María Luisa me sonríe.
—Mira —me dice—, mañana te vas a venir conmigo.
Gut.
—Iremos a ver mis padres, lo pasarás muy bien.
Gut.
Salimos muy de mañana; yo estoy medio dormido; viajamos en tranvía y en tren; llegamos a una plaza mojada, con árboles; María Luisa me lleva de la mano.
—Ven por aquí.
Los padres de María Luisa son muy gordos y muy arrugados; el padre lleva boina y fuma en pipa, la madre lleva un pañuelo en la cabeza; los dos me besan y me dan un vaso de leche y un bollo grande y caliente.
Los padres de María Luisa hablan una lengua que se llama vasco y que no se entiende nada; María Luisa también habla vasco y yo la miro detenidamente: me parece la misma y no me parece la misma, mueve la boca de otra manera; pero cuando sonríe, María Luisa es la María Luisa de siempre.
Como he acabado mi vaso de leche y mi bollo, deciden darme otro vaso de leche y otro bollo; después me llevan a una habitación donde hay dos niños de mi edad, y nos dejan solos. Los niños no saben hablar como los demás y me preguntan cosas, yo no contesto; entonces uno de ellos saca su pililín y me mea; yo me enfado mucho porque soy muy cuidadoso con mi ropa, y le doy una bofetada en mitad de la cara.
A los pocos momentos nos estamos pegando, arañando y mordiendo. Como gritamos mucho, María Luisa abre la puerta y nos riñe a los tres, dice que tenemos que ser buenos, y lo dice en castellano y en vasco.
María Luisa se va y nosotros nos quedamos tranquilos. Los niños no saben jugar a nada y están todo el tiempo tirándose por el suelo; tienen un coche de hoja de lata, pequeñito y todo abollado

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