Sobre la crisis del arte ('El soborno de Caronte', de Manuel García Viñó)

Sobre la crisis del arte, del ensayo El soborno de Caronte, de Manuel García Viñó.
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10.

El hombre consciente, el hombre auténtico de hoy no se encuentra consigo mismo en el arte de hoy. Menos aún, con un dios o un anti-dios. Con nadie que le ofrezca siquiera atisbos de soluciones u horizontes hacia los cuales mirar, pero tampoco con una gorgona que le plantee los enigmas de su estar en el mundo, de su relación con lo que, visible o invisible, le rodea, de su destino. La preocupación del artista de hoy no es el hombre, individual o colectivamente considerado, ni tampoco el mundo; es llamar la atención de los periodistas y de los potenciales compradores. En cuanto al espectador, le interesa como alguien que se divierta o no ante su obra, que considere ésta como un adorno o una inversión rentable, o no le interesa en absoluto. Porque el arte, o lo que ocupa su lugar, no ofrece siquiera mitos sustitutivos, salvo el dinero o la fama (el poder), de los mitos eternos: aquéllos a los que los seres humanos se agarraban para no naufragar en las tempestades del terror metafísico.
 
11.
Lo peor no es que el arte actual sea, en términos generales, mediocre; lo peor es la desorientación, la crisis, el hecho de que nuestra época, en arte, carezca de un lenguaje propio y se alimente forzosamente de un continuo revival, y que, en terrenos siempre patrimonio de las Bellas Artes, como el de la arquitectura, se pueda hablar de la desaparición de todo componente estético en la mayor parte de las obras. ¿Pretendo con esto decir que, en este ámbito, no «tenemos» absolutamente nada? Pues no, no pretendo eso. En medio de un panorama tan desolador, se salvan algunos; no pocos. En medio de la mediocridad dominante, emergen algunas personalidades. Ante la carencia de un estilo definitorio de nuestra época en arte, el único ingrediente que hoy se vislumbra como soporte estructural sólido para no caer en lo meramente repetitivo o neo es la personalidad. Personalidad que, como he tratado de mostrar en otra parte, se manifiesta de tres modos: abriendo horizontes a la senda del experimentalismo, mas sin detenerse en lo puramente material; extrayendo un jugo inédito a los componentes plásticos tradicionales, o plasmando, mediante éstos, un mundo simbólico impar.
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