por el editor
La convocatoria de la Beca ACVF de Literatura tiene un planteamiento humilde y ambicioso. Humilde porque conocemos las limitaciones de nuestra editorial, ambicioso porque pretendemos superarlas.
Tendemos a interpretar una nueva situación de acuerdo con nuestra experiencia. Por eso, muchos autores y lectores han pensado que la Beca ACVF era un concurso de microrrelatos al uso, cuya intención, legítima, suele ser atraer lectores hacia editoriales, organizaciones culturales o medios de comunicación. Una escritora nos acusó en nuestra página de tener el propósito de vender a los autores el libro con sus relatos. Otro escritor, de no poner un filtro previo de calidad a los participantes; otro, justo al revés, de censura, por haber corregido y descalificado su obra. Y otro, que había hecho trampas participando con tres relatos, de desorganización. Hubo otro que, después de haber plagiado un relato de internet, se fue dando un portazo... Tanto las críticas como las anécdotas varias nos han ayudado a ir puliendo las aristas de la organización y a mejorar nuestro modo de comunicar.
La Beca ACVF de Literatura es, precisamente, una beca, aunque con una fórmula novedosa. Se financia con la mitad de la cuota anual de suscripción a nuestro Club de Lectores, y por tanto a los lectores les corresponde decidir a quién se la conceden, votando sus preferidos entre los finalistas. La beca culminará cuando, tras la elección del autor becado, éste haya cumplido su compromiso de entregar a la editorial, en el plazo de dos años, el original de un nuevo libro. Hay relatos sobresalientes. En todos se aprecia un gusto por el lenguaje y el uso consciente de recursos literarios. El lector encontrará voluntariosos autodidactas y también profesores universitarios; jóvenes apasionados y veteranos experimentados; escritores que por primera vez van a ver publicada una obra suya y otros que ya pueden llenar un estante con sus libros. Las cartas de presentación, que acompañarán a los relatos, son un muestrario de los modos como los autores se ven a sí mismos, su relación con la literatura y su relación con sus potenciales lectores. Reiteramos a todos los autores nuestro agradecimiento por haber entendido el sentido de esta beca y por su confianza.
Estábamos ilusionados con la Beca ACVF, pero no esperábamos esta acogida. Al convocar la primera fase, de publicación de microrrelatos y selección de los finalistas en nuestra red social en Facebook, estimamos que no participarían más de una o dos decenas de escritores. Creíamos que la simple perspectiva de comprometerse a escribir un libro disuadiría a la mayoría. Para nuestra sorpresa, participaron más de cien. Temíamos que la calidad media de los participantes fuera insuficiente y nos viéramos obligados a desconvocar la beca, y también nos equivocamos. Luego pensamos que la mayoría de los seleccionados como finalistas no confirmarían tal condición, al constatar la formalidad de la convocatoria, y volvimos a equivocarnos; las bajas se cuentan con los dedos de una mano. Ahora prevemos que no alcanzaremos el mínimo de cien nuevos mecenas necesarios para la financiación de la beca. Pero, sea cual sea el resultado del mecenazgo popular, ya consideramos esta convocatoria un éxito. Repetiremos la experiencia otros años, cuando el número de miembros del Club de Lectores nos permita una financiación directa sin depender de una agónica campaña de crowdfunding, que ya casi damos por perdida. Ojalá también ahora nos estemos equivocando.
Esta propuesta, que nace de nuestro conocimiento del estado actual de la cultura literaria española y de la industria que la soporta, pretende, si no construir una alternativa, lo cual sobrepasaría nuestras posibilidades, sí indicarla. No una alternativa perfecta, sino una alternativa posible. Los índices de lectura en España y el nivel de cultura literaria de los españoles no están a la altura del magnífico negocio levantado sobre estos pobres cimientos, un edificio que cuanto más se levanta, más se hunde. Con esta beca, hemos querido aportar otro granito de arena en la construcción de una cultura renovada, que pueda ir devolviendo a la literatura la autoestima de ser la más flexible de las bellas artes y el vehículo de emociones, sentimientos y pensamiento. Una cultura en la que los autores miren menos a los despachos y galas, donde se han decidido tantas carreras literarias, y más a un lector crítico y exigente. Los lectores tendrán la última palabra.
"Hipócrita lector, mi semejante, ¡mi hermano!"